Una de las principales características del paciente felino es la capacidad de aguantar y disimular el dolor. Debido a su naturaleza de cazador solitario (lo cual hace que a su vez también se convierta en presa), nuestro pequeño felino tiende a no demostrar sus debilidades y, por tanto, cuando sufren algún tipo de dolor tienden a camuflarlo hasta que ya les resulta imposible y, la mayoría de veces, acaba siendo clínicamente tarde.
Con el dolor oral no es diferente, pero por suerte hay algunos indicios que pueden dar la alarma. Estos indicios los podemos explicar a los propietarios porque si muestran un poco de atención, pueden darnos muchas pistas de lo que le está sucediendo a su gato pero, además, si tenemos al paciente en nuestro centro veterinario, podemos usar estos indicios en forma de pregunta y sus respuestas pueden confirmar o descartar la sospecha de un posible problema odontológico. Entre estos indicios tendríamos algunos un poco más sutiles, es decir, que pueden pasar un poco más desapercibidos para el propietario (o que ven algo extraño pero no lo acaban de asociar con nada), y otros menos sutiles que les llama más la atención o les produce más preocupación.
Si estos indicios nos llevan a sospechar de un posible problema odontológico, será necesario revisar la cavidad oral, un estudio radiográfico y realizar exodoncias según la evaluación de las lesiones.