Si el caos de una mañana en quirófano te pone nervios@, este pequeño protocolo puede hacer que la veas con otros ojos. Seamos o no auxiliares encargad@s del servicio de cirugía, hemos de aprender a preparar, no solo el quirófano, sino también al paciente para su intervención.
La comunicación entre todo el equipo es primordial. Para poder organizar una mañana llena de cirugías nos podemos ayudar de métodos visuales, como una pizarra, para facilitar el trabajo. Apuntar de manera ordenada las intervenciones a realizar, las pruebas necesarias, el orden en el que se van a realizar y el veterinario responsable, por ejemplo.
Tenemos que conocer las precauciones que deben tomarse en casa la noche anterior, cuantas horas de ayuno son necesarias según el paciente. Si deben o no tomar medicaciones antes de acudir al centro. Cuando el ingreso de los pacientes esté en nuestras manos, hemos de estar seguros de poder dar buenas instrucciones a los propietarios y solucionar sus dudas. Hacerles entender que una anestesia es un procedimiento con el que estamos familiarizados.
Una vez ingresados, debemos realizar las pruebas requeridas y preparar al paciente para su intervención. Si hemos seguido bien el protocolo, tendremos apuntadas las pruebas que todavía quedan por realizar y podremos ir adelantando trabajo.
Anticipándonos a las necesidades del veterinario, prepararemos el quirófano con el material necesario. Debemos tener en cuenta también las necesidades del paciente. ¿Qué circuito anestésico será el correcto para él? ¿Esperamos que baje mucho su temperatura durante la anestesia? Podemos usar fuentes de calor que lo impidan. ¿Necesitará alguna fluidoterapia en particular? Preguntaremos al veterinario responsable si preferirá añadirle una CRI de analgesia para poder ir preparándola.
A la hora de ayudar al veterinario en la inducción del paciente, debemos tener preparados los tubos endotraqueales necesarios, el laringoscopio, venda para fijar el tubo, la sedación necesaria, etc. Y mientras lo vayamos sedando, lo mantendremos con oxígeno al 100%. La preoxigenación aumentará las reservas de oxígeno del paciente y, por consecuencia, disminuirá el riesgo de hipoxemia durante la intubación. Además, le conectaremos ya la fluidoterapia.
Una vez dormido e intubado el paciente, rasuraremos y limpiaremos la zona quirúrgica con agua y jabón. Cuando esté todo listo, trasladaremos al paciente al quirófano donde terminaremos de prepararlo, colocándolo según las necesidades de la intervención y acabando de dejar limpia la zona con agentes antisépticos.
Ayudaremos al veterinario a vestirse quirúrgicamente, abrirle el material necesario y, una vez todo listo, nos limpiaremos bien y nos vestiremos para poder asistirle en la cirugía.
Durante la intervención, si estamos a cargo de la anestesia, tenemos que saber reconocer el estado del paciente. Saber reconocer los cambios en los parámetros que estamos controlando, si está sintiendo dolor o se está despertando. Al finalizar la intervención, prepararemos al paciente para la extubación, limpiaremos y taparemos la incisión e informaremos de cómo ha ido la cirugía a nuestros compañeros de la hospitalización. Recogeremos y limpiaremos el quirófano, y lo prepararemos para la siguiente intervención.
Empezaremos a limpiar el material utilizado ya que, si dejamos que pase mucho tiempo, podemos hacer que se estropee. Es necesario conocer el material del que disponemos y sus necesidades a la hora de limpiarlo y esterilizarlo para conseguir darles una vida útil más larga. Existen diversas formas de esterilizar el material y, gracias a eso, podemos esterilizar material delicado sin llegar a romperlo.