Los quimioterápicos, como cualquier otro fármaco, pueden causar efectos adversos.
Para saber qué efectos pueden causar y por qué, primero hemos de entender cómo funcionan. Los quimioterápicos, también llamados antineoplásicos, son fármacos citotóxicos. Actúan en las fases activas del ciclo celular. Cuando trabajamos con estos fármacos debemos conocer el significado de “índice mitótico”. El índice mitótico nos indica el porcentaje de células en división y, teniendo en cuenta que la quimioterapia afecta principalmente a células en división, los tejidos con mayor índice mitótico se verán más afectados por la quimioterapia.
Generalmente, el tejido tumoral presenta un crecimiento más rápido inicialmente, seguido de una meseta en el crecimiento. De esta forma, las células tumorales serán más sensibles durante la fase inicial del crecimiento tumoral. Por otro lado, también existen tejidos normales con un índice mitótico alto, como son el epitelio de las vellosidades intestinales y la médula ósea, lo que explica la sensibilidad de estos tejidos a los fármacos citotóxicos.
La toxicidad de la quimioterapia está relacionada con la dosis, pero no hay que olvidar otros factores como insuficiencias en sistemas orgánicos responsables de la metabolización y la eliminación de estos fármacos.
El principal efecto tóxico de la quimioterapia sobre la médula ósea se denomina mielosupresión. El factor limitante principal de ésta es la neutropenia. En general, el pronóstico de los pacientes que sufren neutropenias a causa de la quimioterapia es bueno, ya que los niveles de neutrófilos vuelven a valores normales en pocos días. El nadir, o punto más bajo del número de neutrófilos en sangre, se alcanza entre los 5 y 10 días tras la administración de la mayoría de fármacos quimioterápicos. Salvo en el caso del carboplatino, que es entre 10 y 14 días de su administración. Para controlar el efecto sobre la médula ósea se recomienda realizar un hemograma de control a los 7 días de la administración. En el caso del carboplatino, a los 10 y los 14 días.
La mayoría de pacientes con neutropenias son asintomáticos. En algunos casos pueden presentarse con fiebre (neutropenia febril), y debemos tener especial cuidado si junto con la neutropenia aparecen signos gastrointestinales. Estos animales tienen debilitada la permeabilidad intestinal y corren el riesgo de sufrir sepsias si se produjese translocación bacteriana.
La toxicidad gastrointestinal es uno de los factores con mayor impacto en la calidad de vida de los pacientes. Por ello, hemos de informar a los propietarios de los signos clínicos que pueden presentarse, cuándo se espera que aparezcan y qué deben hacer al respecto.
Los signos clínicos más comunes son inapetencia, anorexia, náuseas, vómitos y diarreas.
En muchos casos, podemos administrar tratamiento preventivo para evitar que aparezcan, como en el caso de los vómitos. O tratar las diarreas cuando aparezcan. En todos los casos, debemos conocer los posibles efectos adversos del tratamiento a administrar y el paciente como individuo.
Existen quimioterapias que pueden llegar a producir cardiotoxicidad, como el caso de la doxorrubicina. Existen fármacos que pueden causar cistitis estéril, hepatotoxicidad o nefrotoxicidad. También debemos prestar atención a los efectos producidos por la administración combinada de quimioterápicos. .
También debemos prestar atención a la especie. Por ejemplo, en gatos, la doxorrubicina y la lomustina pueden causar nefrotoxicidad. En casos en los que se administren alguno de estos dos fármacos, será preciso monitorizar los parámetros renales antes de empezar el tratamiento y previamente a la administración de las siguientes dosis.
Por último, pero no menos importante, la extravasación de la mayoría de quimioterápicos puede producir desde irritación local hasta necrosis tisular severa. Por ello es fundamental asegurar la administración intravenosa mediante el uso de catéteres colocados en el primer intento y siendo extremadamente cuidadosos en su correcta fijación. Se ha de comprobar el posicionamiento correcto de la vía antes y después de la administración del fármaco, con suero fisiológico sin heparinizar, ya que algunos quimioterápicos pueden precipitar al contacto con heparina.