Colocación sonda nasogástrica y nasoesofágica

La colocación de una sonda nasogástrica, si bien es un procedimiento sencillo y sin muchas complicaciones, no debería llevarse a cabo en pacientes que no tengan los vómitos controlados, que presenten un estado mental comatoso o estuporoso con ausencia del reflejo de deglución o alteraciones en la hemostasia primaria con riesgo de sangrado. Además, en pacientes con riesgo de aumento de la presión intracraneal o patologías oculares con riesgo de perforación, el hecho de colocar la sonda nasogástrica está contraindicado, ya que puede provocar estornudos y movimientos bruscos de cabeza.

Este tipo de sondas nos permiten administrar alimentación, agua o medicaciones orales cuando tenemos pacientes con anorexia de más de tres días de evolución o aspirar el contenido gástrico residual para aliviar vómitos, regurgitaciones o malestar y las podemos utilizar hasta más de diez días, siempre y cuando no den complicaciones.

Las complicaciones comunes incluyen epistaxis, falta de tolerancia del paciente durante la colocación, malestar del paciente, estornudos, extracción accidental  por parte del paciente y aspiración que conduce a neumonitis o neumonía.

Las ventajas de colocar una sonda nasogástrica a la nasoesofágica es que permiten el aspirado gástrico por lo que se suele escoger la ubicación según las preferencias del veterinario.

Las sondas nasogástricas se colocan a través de la fosa nasal por lo que su pequeño calibre solo permite la alimentación con dietas liquidas ya que se suelen obstruir con facilidad. La alimentación puede ser en forma de bolos o en infusión continua por lo que podemos alimentar con mayor éxito a pacientes que no toleran la alimentación en bolo (gatos con lipidosis hepática).

Después de la colocación, siempre deberemos confirmar su localización mediante una radiografía para descartar que esté en tráquea. Normalmente suele ser necesaria una leve sedación, por lo que no iniciaremos la alimentación hasta que el paciente esté totalmente recuperado.

 

Material:

– Guantes no estériles

– Anestésico tópico (lidocaína al 2%)

–  Sedación si es necesario

– Sonda de alimentación del tamaño adecuado.

– Sutura de 2/0 o 3/0

– Lubricante

– Pegamento tisular

– Venda tubular

– Collar isabelino

– Marcador permanente

 

Instilamos un par de gotas de anestésico local en una narina. A continuación, como tenemos 2 o 3 minutos hasta que el anestésico haga efecto, medimos la sonda: la primera marca la haremos desde la narina hasta el canto distal del ojo; la segunda, desde el canto distal del ojo hasta el final de las costillas.

Nos colocamos los guantes, lubricamos la sonda y procedemos a insertarla. Nuestro ayudante, levanta la cabeza del paciente para que nosotros retraigamos un poco la trufa y introduzcamos la sonda medial y ventral en el orificio nasal que hemos puesto el anestésico previamente. Tiene que entrar suave y sin resistencias, de lo contrario intentaremos volver a entrar porque es probable que nos hayamos desviado hacia dorsal. Una vez entra suave, llegamos a la primera marca, y a continuación, nuestro compañero bajará la cabeza del paciente y colocará su mano en la garganta para detectar que degluta. Avanzaremos la sonda hasta la segunda marca. En este momento, deberemos retirar el fiador y podemos aspirar a través de la sonda para intentar aspirar contenido gástrico. Si aspiramos aire y no conseguimos hacer el vacío, es probable que estemos en tráquea.

Una vez colocada, realizaremos la radiografía para asegurar su correcta situación y poder fijarla mediante pegamento tisular y sutura (puntos sueltos o sutura china). Por último, la protegemos con una venda tubular y si el paciente es probable que se la quiera quitar, le pondremos collar isabelino.

La sonda, no requerirá grandes cuidados: deberemos fijarnos cuando la vayamos a usar que la marca con marcador permanente no se ha movido, revisar que el paciente no presenta secreción nasal mucosa o mucopurulenta y mantenerla limpia de posibles restos de alimento.

Para retirarla, tan solo tenemos que retirar las suturas, despegar el pegamento y tirar de ella suavemente. En este caso no suele ser necesaria ninguna sedación.

Coordinadora de Auxiliares del HCV de la UAB, Servicio de Urgencias y Cuidados Intensivos

Erika Conejo

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