El bienestar animal es un estado de salud física y mental donde el organismo satisface sus necesidades tanto fisiológicas como etológicas. Existen 5 requisitos que se deben cumplir para garantizar ese bienestar animal: la ausencia de hambre y sed crónicas, la ausencia de incomodidades físicas y térmicas; la ausencia de dolor, enfermedades o lesiones; la posibilidad de mostrar una conducta normal; así como la ausencia de miedo y estrés.
Cuando un animal ingresa en el hospital es lógico pensar que su bienestar está afectado, pero el personal veterinario suele centrarse solo en cubrir los tres primeros puntos, ya que el principal objetivo es curar o tratar la enfermedad, lesión o dolor que estén sufriendo y se les va a proporcionar los cuidados necesarios mientras estén hospitalizados. Aun así, es importante considerar los dos últimos requisitos, que son permitir que el animal muestre sus comportamientos naturales y garantizar la ausencia de miedo y estrés, teniendo en cuenta las restricciones que hay dentro de una clínica veterinaria.
El enriquecimiento ambiental es un concepto utilizado en los parques zoológicos, pero que también se puede aplicar tanto en casa como en la hospitalización. Se trata de todos los elementos del entorno que permiten el desarrollo de las conductas naturales de la especie, por lo que es una herramienta esencial a la hora de garantizar el bienestar animal.
Existen muchos tipos de enriquecimiento ambiental (estructural, alimentario, ocupacional, sensorial, social y basado en la interacción con humanos), aunque un mismo elemento puede pertenecer a varios tipos a la vez y cumplir con diferentes funciones.
Antes de aplicar un enriquecimiento ambiental, es importante conocer la especie con la que estamos trabajando, así como sus orígenes y su comportamiento.
El conejo doméstico procede del conejo europeo (Oryctolagus cuniculus), originario de la Península ibérica. Su cautividad ha sido relativamente reciente, por lo que comparten características tanto anatómicas como comportamentales.
La comunicación de estos animales es importante, ya que, a pesar de que no suelen vocalizar, pueden mandarnos señales auditivas, visuales e incluso táctiles que nos ayudan a valorar el estado tanto físico como psicológico del animal. Para la evaluación del dolor utilizamos la escala Grimace, en la que a través de las expresiones faciales se puntúa el grado de dolor que esté sufriendo el animal y, por tanto, que esté afectando a su bienestar.
Su carácter de presa, el hecho de vivir en madrigueras en grandes grupos, cavar letrinas y marcar el territorio son también comportamientos a tener en cuenta a la hora de aplicar un programa de enriquecimiento ambiental en estos animales.
Los elementos a la hora de instalar al conejo en una jaula de hospitalización pueden ser los siguientes: una bandeja o esquinero con sustrato, una caseta, juguetes y enriquecimiento sensorial y, si la situación y espacio lo permiten, se pueden hospitalizar con compañeros.
También es importante conocer el manejo adecuado de estos animales, ya que se estresan con facilidad. Si son manejados en su vida temprana y se combina con un entrenamiento mediante el refuerzo positivo, se puede conseguir que el animal no esté tan estresado cuando llegue a la clínica y que no se convierta en una experiencia tan traumática.