Está extendida la opinión de que los gatos son más resistentes al dolor que otras especies, no obstante es una falsa afirmación contra la que tenemos que luchar desde el sector veterinario. Los gatos padecen dolor al igual que cualquiera de nuestros otros pacientes, lo que si es cierto es que puede llegar a representar un reto diagnóstico, más aún en casos de dolor crónico. Esto se debe a que en la naturaleza los gatos pueden ser depredados, presentan menos signos evidentes de dolor y poseen menos mecanismos de comunicación con sus cuidadores que hagan de manifiesto su padecimiento.
Por lo tanto para su diagnóstico tendremos que apoyarnos, no solo en los signos clínicos, si no también en su comportamiento en casa, resultado de pruebas diagnósticas y la exploración en consulta.
Una gran herramienta que podemos emplear para el diagnóstico y monitorización del dolor, siendo muy útil en hospitalización, es la escale Grimace, de la cual incluso podemos acceder a una aplicación móvil para que consulten los tutores en casa.
Entre muchas de las causas que pueden producir dolor tanto agudo como crónico, las patologías orales son unas de las principales, por su frecuencia de aparición, siendo su máximo exponente la gingivoestomatitis crónica, enfermedad que puede ser verdaderamente compleja en cuanto a su control y manejo.
Hoy en día contamos con un variado arsenal terapéutico para el control del dolor, siendo lo usados más frecuentemente los opiáceos, aines y anestésicos locales. No obstantes contamos con múltiples productos como derivados cannabinoides, anticuerpos monoclonales que junto a otras terapias alternativas, acupuntura, laser terapéutico y modificación del entorno nos completan nuestras opciones terapéuticas apoyándonos en todos ellos para elaborar la opciones más adaptadas a cada paciente.
Es especialmente importante la comunicación con los cuidadores, sobre todo en los procesos de dolor crónico, dejando claro las opciones de tratamiento y las expectativas de recuperación, ya que al igual que sucede en humana, en ocasiones no podremos hacer desaparecer por completo el dolor y frecuentemente acompañará en toda su vida al paciente necesitando tratamiento continuado.