La medicina transfusional se ha desarrollado notablemente en los últimos años. La técnica y equipamientos disponibles hoy en día permiten realizar la transfusión de forma más segura, eficaz y optimizada. La administración de productos hemoderivados puede ser desencadenante para la supervivencia de muchos pacientes críticos.
En medicina veterinaria disponemos de diferentes hemoderivados para pequeños animales, teniendo en cuenta que los componentes susceptibles a ser transfundidos son los eritrocitos, plaquetas, leucocitos, factores de coagulación y plasma.
La decisión de si un paciente requiere una transfusión debe estar basada en la historia clínica, los resultados laboratoriales, la causa patológica subyacente y el criterio del veterinario. Aunque existen recomendaciones, no existen criterios definitivos a la hora de recomendar la necesidad de una transfusión.
La indicación más frecuente de transfusión tanto en la especie canina como felina es la anemia pero principalmente transfundiremos cuando el animal presente: anemia, coagulopatía, trombocitopenia o hipoalbuminemia y los productos de elección en cada una de estas patologías son: concentrado de glóbulos rojos, plasma, concentrado de plaquetas y albúmina humana respectivamente.
Los donantes tanto caninos como felinos deben tener una edad entre 1 y 8 años, ser de raza grande o gigante, sanos, no transfundidos previamente y someterse a PCR y serología de las principales enfermedades infecciosas que pueden ser transmitidas mediante transfusión sanguínea.
En España disponemos principalmente de dos bancos de sangre; el banco de sangre animal y el centro de transfusión animal, cuyas plataformas online nos pueden ayudar a elegir el producto necesario y el volumen que necesitamos administrar.
Pero…¿puedo administrar cualquier sangre? La respuesta es no.
Los perros tienen 13 grupos sanguíneos denominados DEA. El donante universal es DEA 1.1 negativo puesto que los DEA 1.1 positivo son los que padecen reacciones más severas. En perros no se ha encontrado la presencia de aloanticuerpos preformados a no ser que el paciente haya sido sensibilizado en una transfusión previa, esto quiere decir que si el paciente no ha sido nunca transfundido, no es de obligada necesidad realizar una prueba de compatibilidad antes de realizar la transfusión.
En el caso de los gatos, solo existen 3 grupos sanguíneos A,B,AB. El 90% de los gatos son grupo A. En este caso, sí se han encontrado aloanticuerpos naturales contra otros grupos sanguíneos por lo que siempre debemos tipar y hacer pruebas de compatibilidad antes de transfundir para evitar reacciones adversas.
El tipaje del grupo sanguíneo puede determinarse con productos comerciales de fácil utilización mientras que las pruebas de compatibilidad sanguínea pueden llevarnos más tiempo si no disponemos de test rápidos. Estas pruebas detectan la compatibilidad serológica entre el paciente receptor y el donante potencial y se basan en la hemólisis y/o aglutinación.
Es importante seguir una serie de recomendaciones en el momento de la transfusión para evitar complicaciones:
- Los productos deben ser atemperados/descongelados para su administración.
- La vía debe ser reciente, permeable y de buen calibre.
- No se deben administrar fármacos durante la transfusión.
- Utilizar sistemas con filtro para que prevengan la incorporación accidental de microtrombos y agregados celulares.
- Evitar las bombas de infusión ya que dañan los eritrocitos y aumenta el riesgo de eliminación temprana de los eritrocitos.
- Controlar el volumen y velocidad correctamente para evitar sobrecarga de fluidos.
Aunque es un procedimiento efectivo y con frecuencia es seguro, no deja de suponer un riesgo para el paciente ya que pueden darse reacciones en las primeras horas o días siguientes a la transfusión.
Las reacciones más frecuentes son fiebre, vómitos y hemólisis pero hay reacciones más graves que pueden acabar con la muerte del paciente.
Podemos dividirlas en dos: reacciones inmunomediadas agudas, reacciones inmunomediadas retardadas y no inmunomediadas. Estas últimas son por alteraciones en los productos sanguíneos durante extracción, almacenaje o administración.
Conviene determinar el valor del hematocrito antes de transfundir, 1-2h después de terminar y a las 24h para controlar que los eritrocitos transfundidos no se estén destruyendo.
Para evitar o controlar estas reacciones, la conservación, manejo y administración de los productos debe estar controlada y a parte debemos realizar una monitorización continua durante la transfusión que se base en una exploración física general en la que controlemos: FC, FR, PAS, pulso, estado mental, temperatura, mucosas, abdomen u otros síntomas de reacción.
Si aparece cualquier signo o síntoma de reacción debemos parar inmediatamente la transfusión y valorar riesgos/beneficios.