Independientemente cuales sean nuestras funciones dentro de la clínica, como auxiliares técnicos veterinarios estamos acostumbrados a manipular toda clase de fármacos. Por ello debemos tener unos conocimientos básicos de los fármacos que manipulamos habitualmente.
Los fármacos tal y como los conocemos son unos compuestos formados por un principio activo y por una serie de excipientes o principios inactivos.
Los principios activos, en sus orígenes se obtuvieron de la naturaleza y que gracias a los avances actuales en química y genética hemos logrado reproducir sintéticamente, lo que nos ha llevado a no recurrir a la naturaleza para su síntesis y a una mayor producción para el abastecimiento de toda la población.
Los excipientes son una serie de sustancias que actúan modificando las características físicas del principio activo, para así facilitar su administración. Entre los cuales encontramos aglutinantes, que mantendrán unido al principio activo, revestimientos y colorantes, que protegerán los comprimidos de romperse o absorber humedad, así como proporcionarán colores para poder diferenciar los distintos fármacos. También encontramos disgregantes que ayudarán a disolver los fármacos en contacto con el agua; agentes saborizantes, que proporcionarán palatabilidad a los fármacos; conservantes, que evitarán la degradación y extenderán la vida útil del fármaco, entre otros.
Para obtener los conocimientos necesarios a la hora de manipular un fármaco nos centraremos en el estudio de la farmacología. La farmacología es una ciencia que centra su estudio en el fármaco. Se encarga de estudiar su origen, historia, sus propiedades físicas y químicas, así como, de sus mecanismos de acción, absorción, distribución, metabolismo y excreción. Para obtener un mejor entendimiento sobre el funcionamiento de un fármaco deberemos saber cuáles son los procesos y reacciones a los que se ve sometido el fármaco una vez es administrado (farmacocinética) y a la inversa, deberemos entender que reacciones químicas se producen en el cuerpo tras la administración de un fármaco (farmacodinamia). Del mismo modo deberemos comprender ante que situaciones se administra un fármaco u otro, así como cuáles son sus vías, dosis y frecuencia de administración (fármaco terapéutica).
Todo ello nos ayudará a realizar nuestro trabajo con seguridad y con mayor conocimiento.
Una vez administramos un fármaco, el cuerpo inicia una serie de reacciones y procesos con la intención de disgregar y excretar el fármaco.
El fármaco es absorbido y distribuido por los fluidos y tejidos corporales. Dicha absorción dependerá de diferentes factores o diferentes mecanismos de transporte celular (transporte pasivo o a favor de gradiente, transporte activo o en contra de gradiente), consumo de atp y pinocitosis, el pH y solubilidad del fármaco, el aporte sanguíneo del área de administración, entre otros. En el caso de ser administrado vía oral también influirá la permeabilidad del tracto gastrointestinal. Y por último la interacción con otros fármacos.
Tras la absorción el fármaco es transportado hasta el punto de actuación (distribución). Este proceso se verá afectado por la afinidad que tenga el fármaco en unirse a proteínas y otras moléculas que puedan provocar su almacenamiento y por tanto una menor distribución. Además, el cuerpo posee una gran capacidad para modificar químicamente un fármaco y sintetizar una molécula de distintas características (metabolito) y en ocasiones inactiva para proceder posteriormente a su excreción por vía renal (orina), hepática (bilis), gástrica (heces), o a través de las glándulas salivares o mamarias (leche).
Todo este proceso al que se ve sometido el fármaco una vez es administrado en el cuerpo provocará que la cantidad de fármaco que llegue al punto de actuación sea en menor concentración a la administrado inicialmente. Por ello se deberá establecer una pauta de administración. En ocasiones se deberá administrar una dosis mayor (dosis de carga) en el inicio de la terapia para continuar con una pauta repetitiva hasta establecer un equilibrio terapéutico que garantice un equilibrio entre la cantidad de fármaco acumulado y el excretado.
Los fármacos poseen una capacidad para interaccionar con el cuerpo y provocar cambios en él. Esta capacidad se verá marcada por la capacidad que tenga el fármaco para combinarse con otras moléculas (afinidad).
Según su afinidad clasificamos los fármacos como agonistas, son aquellos que tienen la capacidad de adherirse a un receptor y activarlo, o antagonistas, aquellos que tienen la capacidad de adherirse a un receptor, pero actuarán bloqueándolo.
El éxito de una terapia o tratamiento dependerá de la cantidad de fármaco que sea absorbido y distribuido por el cuerpo. Para obtener las concentraciones deseadas, el veterinario establecerá una pauta terapéutica en la que establecerá la vía de administración, dosis, frecuencia y duración.
Entre los puntos de conocimiento debemos estar familiarizados con cierto vocabulario técnico que hace referencia la la frecuencia de administración o saber diferenciar entre las distintas vías de administración.
La prescripción de un fármaco no corresponde al personal auxiliar pero si que debemos tener conocimiento del uso de cada fármaco y saber diferenciar entre los distintos tipos de fármacos. Conocer las diferentes interacciones entre ellos es importante para saber que fármacos podemos mezclar y cuáles no, evitando de esta manera inhibir el efecto de un fármaco por culpa de otro. Conocer las pautas de administración, almacenaje y conservación. Así como, cuáles son sus posibles efectos adversos nos ayudará a estar atentos y reaccionar con mayor rapidez.