Leishmania canina: signos clínicos frecuentes

La leishmaniosis canina es una enfermedad vectorial causada por un protozoo del genero leishmania. Cuando hablamos de vector hablamos de ese organismo que trasmite agentes infecciosos de un animal infectado a un animal sano.

Para entender esta enfermedad es importante conocer su ciclo biológico. La leishmania sabemos que es trasmitida por un flebotomo, hembra de mosquito que se alimenta de sangre para poder reproducirse. Dicha hembra pica a un animal previamente ya infectado de leishmania contrayendo así su forma de amastigotes. Este vector biológico es capaz de albergar esos amastigotes en su intestino donde evolucionaran a promastigotes los cuales viajaran hasta la zona faríngea del febotomo, para poder ser inoculados a un animal sano.

Una vez así dichos promastigotes comenzaran su replicación por el organismo del animal, puede que unas semanas, meses o incluso años la enfermedad se active dando lugar a sus signos clínicos.

Estos signos variaran en función de si se trata de una leishmania cutánea, afectando a la dermis y produciendo varias lesiones dermatológicas, o por el contrario una leishmania visceral en la cual se acantona en diferentes órganos causando su daño (riñón, hígado, médula.)

El mejor tratamiento contra la leishmania es su prevención a través de collares, pipetas que repelan a los flebotomos para evitar su picadura. Existe también la vacuna, que ayuda a forzar al sistema inmunitario una respuesta eficaz frente a la leishmania, sabiendo que dicha vacuna se trata de un tratamiento preventivo no curativo.

Es importante saber que se trata de una enfermedad crónica, pero eso no quiere decir que sea mortal ya que instaurando el tratamiento y con un adecuado control por parte del veterinario el paciente puede tener una muy buena calidad de vida.

ATV, responsable del servicio de hospitalización en el Hospital Veterinario Vetsia

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