Protocolo de vacunación en perros

En todo el mundo, en la práctica veterinaria las vacunas son la herramienta más eficaz en el éxito de la medicina preventiva, siendo también una importante actividad económica. La multitud de opciones de protocolos exige que sean racionalizados y las recomendaciones se basen en evidencias científicas.  La vacunación es un acto clínico que debe ser realizado por el veterinario, pero en la práctica diaria es muy importante que todo el personal del centro conozca el protocolo de vacunación adecuado y la importancia del mismo.

De forma general las vacunas, siendo estas de diferentes tipos, se emplean con el fin de prevenir enfermedades infeccionas (ya sean bacterianas, víricas o parasitarias) estudiando el riesgo de cada animal, la edad, la región en la que vive y también como mecanismo de prevención en el riesgo de trasmisión de enfermedades zoonóticas. El cambio climático, el movimiento de animales entre diferentes regiones o los estudios de prevalencia son factores que modifican con el tiempo los protocolos de vacunación, haciendo de ellos algo cambiante.

En general podemos hablar de tres tipos de vacunas en perros: esenciales, complementarias y no recomendadas. En el caso de las esenciales son aquellas que todos los animales deberían recibir independientemente de su estilo de vida.  En el caso de las complementarias su administración debe ser determinada en función de la localización geográfica, estilo de vida de cada paciente y riesgo de exposición. Por último, las vacunas no recomendadas son vacunas desarrolladas frente a enfermedades exóticas o aquellas de eficacia dudosa o cuestionable.

 

Por todo ello vamos a explicar las pautas generales en España en perros, pero si viajasen a otros países se recomienda revisar las guías establecidas para el país de destino.

Las vacunas esenciales para el perro son aquellas que les confieren protección  frente al virus del moquillo canino (CDV), el parvovirus (CPV-2 y sus variantes) y el adenovirus (CAV-1 y CAV-2). Aunque la WSAVA (World Small Animal Veterinary Asociation) no considera la rabia y la leptospirosis como esenciales, pero están incluidas aquí como esenciales debido a que son zoonosis y a su alta patogenicidad.

La rabia se considera también una vacuna esencial tanto para la protección individual del animal como de la población humana (las mordeduras de perro causan el 95% de los casos de rabia humana). Esta recomendación tiene su base tanto por el contexto geográfico de la península ibérica, en proximidad por la cercanía con países endémicos, como el hecho de que en la mayor parte de las regiones de la Península Ibérica es de obligatoriedad legal. En España, no existe una normativa general a excepción de la ley sobre perros potencialmente peligrosos o de guarda y defensa (Ley 50/1999 BOE 307 de 24/12/1999, real decreto del 287/2002 BOE 74 de 27/03/2002 modificado en el real decreto 1570/2007 Boe 297 del 12712/2007). Por ello, cada Comunidad Autónoma se rige por su propia normativa, además en muchos casos los Ayuntamientos son los que articulan los mecanismos reales de regulación.

Como vacunas no esenciales, entendiendo por éstas aquellas cuya administración debe ser determinada en función del estilo de vida del paciente y evaluación de la relación riesgo beneficio, se incluye la leptospirosis. Existe poca información epidemiológica sobre la leptospirosis en la Península Ibérica y no conocemos con exactitud la población susceptible de beneficiarse con esta medida profiláctica, pero debemos tener en cuenta que es una enfermedad que si no se trata puede ser mortal y es una zoonosis, que se puede prevenir mediante programas de vacunación, y que son pocas las situaciones en las que podemos asumir que un perro esté completamente exento de riesgo de contraer la infección. Otra vacuna no esencial es la de la tos de las perreras, esta enfermedad es muy contagiosa y es recomendable su administración en colectividades. Además, existen vacunas disponibles frente a la leishmaniosis, que hoy por hoy no se consideran esenciales pero que pueden potenciar una buena respuesta inmune en perros sanos evitando, si no la infección, sí la progresión de la enfermedad.

Las pautas básicas de vacunación en cachorros recomiendan  comenzar la vacunación esencial (CDV, CPV y CAV) a las 6-8 semanas, repitiendo cada 2-4 semanas hasta pasadas las 16 semanas de edad. Las recomendaciones actuales sugieren adelantar el recuerdo tradicional del año de la primera revacunación en cualquier momento entre los 6 y 12 meses de edad. En el caso de la leptospirosis, la recomendación actual es comenzar a partir de las 8 semanas con una segunda dosis 2-4 semanas más tarde. Por último, la vacuna antirrábica se recomienda a partir de las 12 semanas de edad y revacunación anual o  según legislación y ficha técnica de la vacuna.

En el caso de los adultos tras el refuerzo administrado en cualquier momento entre los 6-12 meses, se requerirá de revacunación anual o cada tres años en función de las especificaciones de la vacuna.

En la actualidad disponemos de vacunas en cuya composición existen múltiples valencias de vacunas esenciales y no esenciales así como otras que ofrecen los componentes de forma separada. En la medida de lo posible para adaptarse a las necesidades anuales de cada paciente se pueden usar productos que ofrezcan el uso independiente de las valencias esenciales y no esenciales.

Por último, en aquellos animales sometidos a riesgo, sea por inmunosupresión, por no desarrollar una respuesta inmunitaria adecuada, padecer enfermedades inmunomediadas en los que esté contraindicado la aplicación de vacunas, o en propietarios muy preocupados por los intervalos de vacunación recomendados, podemos hacer uso (con ciertas limitaciones según cada enfermedad) de la determinación de anticuerpos para valorar de forma más adecuada el período tras el cual necesita una revacunación.

 

LV, PhD, Msc

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